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Innovación: Más vale tarde…

11 de abril de 2023


Columna de Alfonso Gómez, Consejero del Centro de Innovación UC y Director de Empresas, publicada el 11 de abril en El Mercurio. Somos testigos del fin de una era y del inicio de otra radicalmente diferente. Cambios complejos, multidimensionales, ante los cuales la única certeza parece ser que nuestra especie tendrá que saber adaptarse en […]

Columna de Alfonso Gómez, Consejero del Centro de Innovación UC y Director de Empresas, publicada el 11 de abril en El Mercurio.

Somos testigos del fin de una era y del inicio de otra radicalmente diferente. Cambios complejos, multidimensionales, ante los cuales la única certeza parece ser que nuestra especie tendrá que saber adaptarse en una escala y a una velocidad sin precedentes. Hablamos de cambios que afectan tanto a la sociedad en su conjunto como a nuestra conciencia individual; asistimos a nuestras propias “transformaciones silenciosas”, esas que ocurren “sin darnos cuenta, sin estruendos”, como lo expresa Cristián Warnken. Y surgen términos antiguos, pero que hoy conllevan adjetivos inseparables, como “economía circular” y “desarrollo sustentable,” acuñados para alertarnos de lo profundo e inminente de riesgos que hasta hace muy poco no veíamos y frente a los cuales el único camino es la innovación. Transformaciones que nos obligan a preguntarnos qué significa crear valor verdadero hoy, en medio de cambios paradigmáticos, donde inspirar, incluir e innovar son verbos ineludibles para cualquier persona que aspire a ser reconocida como líder en esta nueva era.

Sin embargo, es bien sabido que toda crisis trae consigo riesgos y oportunidades de magnitudes comparables. Estar con los radares permanentemente encendidos para detectar y abordar las oportunidades propias de esta nueva era, es tan importante como cuidarnos de sus amenazas. La aceleración del uso de plataformas digitales, la irrupción de la inteligencia artificial generativa, el desarrollo de energías renovables y qué decir de las posibilidades de la biotecnología.  La lista de nuevos recursos y posibilidades es infinita y con ello, la necesidad de innovar es un axioma indiscutido.  Pero, es fundamental que esta toma de conciencia vaya de la mano con planes de acción concretos, pertinentes y eficaces.

Actuar con celeridad y diligencia será una clave distintiva de quienes tendrán éxito en sus procesos adaptativos, y ello vale tanto para lo que es preciso dejar de hacer como para lo que habrá que realizar de manera diferente. En la cultura anglosajona se usa a menudo la frase “time is of the esscence” para remarcar el valor de actuar en forma oportuna. En tiempos turbulentos como el nuestro, decidir en qué innovar y cuando hacerlo, son elementos inseparables de una buena gestión, que aplica tanto en el sector público como en el privado, en el ámbito del gobierno corporativo y en la primera línea de los equipos ejecutivos. (Pocas organizaciones lo tienen más claro hoy que las AFPs y las Isapres, aunque no precisamente por haber sabido hacerlo).

El viejo refrán, “más vale tarde que nunca”, no corre en nuestro tiempo. Tarde y nunca se confunden en un solo destino: Dejar de existir.

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