25 de septiembre de 2025
¿Qué pasaría si combinamos capacidades como robótica, algoritmos de inteligencia artificial y conectividad 5G?
El surgimiento de nuevas tecnologías nos impacta día a día y hay que saber sopesarlo con una mirada sistémica. Es común analizar las tecnologías de forma aislada, pero cuando convergen para resolver tareas complejas es cuando vemos su real y gran potencial, y es entonces que podemos aplicarlas al desarrollo de los países.
Tomemos un caso muy familiar para todos: la conocida inteligencia artificial (IA). En este caso, al menos coexisten tres niveles en que la IA nos impacta (rá):
El nivel comúnmente más usado por todos es la función de asistente de labores cotidianas, tales como ayudar a investigar algún tema, preparar una presentación o la simple elaboración de mensajes. El siguiente nivel, es cuando la organización decide que un área específica de la empresa sea potenciada por alguna de las funciones de la IA. Ejemplos de esto, son usos en las áreas de marketing o finanzas, algo menos común que el ejemplo anterior, pero cada vez más extendido. Y para el último nivel, ¿qué pasaría si combinamos capacidades como robótica, algoritmos de inteligencia artificial y conectividad 5G? Podríamos obtener datos en tiempo real, capturados por un robot en el origen y transmitidos a un cerebro central, todo esto habilitado por la conectividad masiva, segura e instantánea que entrega el 5G. Esta simple y potente combinación permitiría, por ejemplo, operar en forma precisa maquinaria minera, protegiendo a los trabajadores. Podría generar gemelos digitales de la ciudad para prevenir riesgos de seguridad, mejorar el transporte, bajar la contaminación y mejorar la respuesta ante emergencias. Puede ayudar a personas con requerimientos de cuidado, en sus casas, en forma efectiva y económica. Así como también, puede ayudar a producir alimentos de mayor calidad, con menor uso de pesticidas, fertilizantes y agua.
La novedad radica en la convergencia de tecnologías en plataformas habilitantes. Es así como en el caso de la biotecnología, que ya tiene aplicaciones ampliamente conocidas por todos en la industria farmacéutica y el agro, sin embargo, su potencial se amplía considerablemente cuando se combina con tecnologías habilitantes como capacidad de supercómputo, ingeniería celular, robótica aplicada a laboratorios, data sintética y, por supuesto, IA predictiva para afinar la puntería en cada desarrollo. De esta convergencia, surge con fuerza la biología sintética, que se enfoca, por ejemplo, en fermentación de precisión para potenciar el desarrollo celular, para luego obtener nuevas proteínas y células que revolucionarán la producción de carne del campo al laboratorio (o minilabs en destino de consumo), además de aportar avances en biorremediación de ecosistemas y nuevas vacunas, entre otros desarrollos.
Ambos ejemplos de intersecciones o convergencias de tecnologías, que se encuentran en plataformas habilitantes, son casos muy inusuales de ver. En Chile estamos empujando una mirada de infraestructura crítica compartida, para transformar unos pocos casos hoy, en un concepto práctico y extendido, como una nueva forma de entender la relación entre la academia, el sector privado, el gobierno y la sociedad civil. En lugar de continuar desarrollando proyectos preindustriales e industriales en el extranjero, debemos enfocar nuestros esfuerzos en retener los flujos de recursos dentro del país y orientarlos hacia la innovación que promueva el desarrollo. No tenemos que inventar todo, es en la convergencia intencionada de tecnología, en un país con cientos de ecosistemas terrestres y marinos diferentes donde somos capaces de aportar mayor valor.
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