22 de junio de 2021
Columna de Pedro Bouchon, Vicerrector de Investigación UC y presidente del Consejo Directivo del Centro de Innovación UC. La publicación original fue realizada el 22 de junio del 2021 en El Mercurio.
El impacto positivo del emprendimiento de base científico-tecnológica está ampliamente documentado, dada su fuerte contribución al crecimiento y a la competitividad, como ocurre en las innovadoras economías de Corea del Sur e Israel. Este impulso se evidencia tanto en las grandes empresas como en las de menor tamaño, y la tendencia se inclina a una oferta laboral que exige un alto nivel de conocimiento y entrega una mayor proyección salarial.
Corea del Sur contó con el mayor apoyo gubernamental a startups per cápita en el mundo, según indicó Forbes en el año 2018, y más tarde, en el 2020, el alcalde de Seúl anunció una inversión de riesgo (venture capital) para apoyar emprendimientos de base tecnológica equivalente a US$ 9,9 mil millones. Por su parte, Israel cuenta con más de 200 fondos de capital de riesgo, además de 60 fondos de inversión corporativos, destacando el rol que juegan estos actores para estimular y fomentar la innovación de base científico-tecnológica en su territorio.
Tal como ocurre en esos países, a medida que los ecosistemas de innovación maduran, son necesarios nuevos y distintos tipos de apoyo al emprendimiento. En la senda hacia una economía del conocimiento, una política pública de apoyo a estas empresas no solo deberá promover el acceso a talento, con competencias diversas y complementarias, sino por sobre todo a capital financiero, según destaca el estudio de «Scaleups en Chile”, realizado por el Centro de Innovación UC y Endeavor. El documento se enfoca en el desarrollo de empresas de alto crecimiento, con una tasa anual de incremento de aproximadamente 20% en los últimos 3 años, en concordancia con lo establecido en 1994 por David Birch y James Medoff, quienes en su reconocido documento Gacelas, constataron que las empresas que duplicaban su tamaño en cinco años generaban un 70% de los empleos en el período.
En este espíritu es necesario impulsar nuevas fuentes de financiamiento. Esto incluye la creación de fondos de capital de riesgo corporativos para apoyar el escalamiento de empresas al alero de grandes compañías, así como fondos para apoyar la innovación basada en investigación científica.
Los fondos de inversión tienen el objetivo de potenciar emprendimientos con un alto componente de innovación y capacidad de crecimiento. Estos mecanismos para el desarrollo y escalamiento de startups tecnológicas, sumado a la capacidad de las universidades de generar conocimiento de frontera, permiten migrar hacia un sistema de colaboración que aumentará el número de empresas de alto crecimiento, las que serán verdaderas protagonistas para enfrentar los tiempos pospandemia, en pos de la reactivación económica.
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