16 de septiembre de 2016
Vengo llegando de Finlandia, para muchos, el país con la mejor educación pública del planeta. Pese a sus logros, los finlandeses están abocados a profundos cambios en su sistema educativo. ¿La razón? Las competencias necesarias para desenvolverse en un mundo marcado por el cambio, obligan a revisar metodologías de enseñanza, el diseño de la sala de clases, los programas curriculares, la capacitación de profesores, entre otros temas.
Hay algo rescatable para nosotros en esta realidad, pese a las profundas diferencias en el punto de partida: La manera constructiva como se conversa.
Hablan de innovar en educación más que de reforma, con lo cual ponen un foco de futuro y se centran en mejorar la propuesta de valor para sus niños. De paso, distinguen lo que es factible en el corto plazo de lo que sólo puede realizarse en tiempos más largos.
El lenguaje constituye realidad y –tanto o más importante- genera de paso estados de ánimo.
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