18 de agosto de 2016
Chile está perdiendo competitividad. Así lo evidencia el último Reporte de Competitividad Global del World Economic Forum, el cual califica al país en el número 35 de su ranking, cuando en el período anterior estaba en el 33. Al igual que en el resto de los países de América Latina, su dimensión de innovación es evidentemente débil, como también lo refleja el Índice Mundial de Innovación de la OMPI, donde Chile baja del 42 (2015) al lugar 44 en 2016. ¿Y cómo no, si por ejemplo, nuestra inversión en investigación y desarrollo (I+D), uno de los principales insumos de la innovación, no supera el 0,4% del PIB, versus el 2,38% que invierten en promedio los demás países de la OCDE? Sabemos que de esa inversión sólo un tercio proviene de privados, mientras que en la gran mayoría de los países de la OCDE, el sector privado supera largamente el 50% del gasto en I+D. La gran mayoría de ese esfuerzo privado se centra, no en investigación básica, como muchas veces se cree, sino que en investigación aplicada y, sobre todo, en desarrollo.
En años recientes, este tipo de actividad, ha comenzado a cobrar relevancia mayor, no sólo en los rankings internacionales de competitividad, sino en la dura realidad que enfrentan las compañías chilenas que deben generar mayor valor agregado en mercados cada vez más sofisticados y competitivos, y donde la posibilidad de competir sólo por precio y eficiencia es cada vez más baja. Por lo mismo, la innovación se comienza a poner pantalones largos en las compañías chilenas, y de paso, las actividades de I+D adquieren mayor relevancia.
En su esfuerzo por liderar estos procesos de cambio en el país, la Universidad Católica, a través del Centro de Innovación UC Anacleto Angelini ha creado al alero de la Vicerrectoría de Investigación y con el apoyo de diversas Facultades de la UC, una unidad que busca profundizar el vínculo universidad-empresa, para potenciar la solución de problemas reales y concretos de las compañías, a través de la generación de conocimiento y tecnología, en lo que hemos venido a llamar I+D por Encargo.
Esta Unidad de I+D por Encargo, creada hace poco más de un año, impulsa la investigación y el desarrollo desde la demanda de las empresas, permitiendo que el sector productivo pueda aprovechar las capacidades científico-tecnológicas de la casa de estudios para resolver problemas reales y detectar oportunidades desde la óptica de quien está inserto en el mercado. Para esto, las compañías son vinculadas con equipos multidisciplinarios de académicos e investigadores expertos en su área y dispuestos a enfocar su investigación, desarrollo tecnológico e ingeniería experimental a los requerimientos del sector privado, generando una colaboración que aún es poco común en Chile, pero que sin duda irá en aumento.
Estos contratos de I+D son para empresas de todo tipo de industria y tamaño. Además, son ad hoc a los diferentes modelos de gestión de las empresas. Es así que son adecuados tanto para compañías que tienen su propia unidad de I+D, hasta para aquellas que supervisan un portafolio de proyectos de este tipo, o las que necesitan resolver un problema puntual a través de investigación aplicada o desarrollo de tecnología.
A la fecha, hemos acordado cerca de 20 contratos de I+D por un monto total que supera los USD 3,5 millones. Si bien estos se enfocan principalmente en minería, energía y alimentos, la verdad es que estamos abiertos a todo tipo de industrias.Las inversiones individuales de cada uno de ellos van desde los USD 50 mil, hasta más de USD 1 millón, y tardarán entre seis meses y tres años en desarrollarse.
Para gestionar estos contratos, desde la UC y el Centro estamos avanzando en varios frentes. En primer lugar, estamos adaptando la regulación interna de la Universidad a través de la creación de un reglamento para enmarcar lo que es la I+D por Encargo y sus actividades, además de definir el rol que cumplen los diferentes estamentos de la UC frente a esta actividad. Asimismo, se están modificando las normas complementarias de las facultades para evaluar a los académicos, de modo de incentivar una carrera donde la innovación esté presente y que no se centren únicamente en la generación de papers.
Adicionalmente, estamos generando incentivos tanto para las compañías como para los académicos, ayudando a las primeras a levantar financiamiento público para el desarrollo de sus proyectos, por ejemplo haciendo uso de la Ley de Incentivo Tributario a la I+D, y desarrollando un programa de instancias de conexión universidad-empresa y conocimiento de problemáticas de la industria para los académicos. En esa línea, el Centro de Innovación UC apoya técnica, logística y financieramente visitas de académicos a empresas, con el fin de que hacer prospecciones de proyectos de I+D por Encargo.
Sabemos que este es un proceso que se irá dando con más fuerza paulatinamente, por lo que nos hemos enfocado en el desarrollo de vínculos y relaciones entre académicos y empresas, que irán madurando en el tiempo. Estamos haciendo un gran esfuerzo en traducir ambos lenguajes para unirlos en una conversación que, finalmente, es indispensable establecer en nuestro país si realmente queremos llegar al desarrollo.
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