4 de enero de 2021
El estudio “Transformación digital en empresas chilenas” revela que si bien el 70% de las empresas dice contar con una estrategia formal, cerca del 50% no cuenta con una estructura organizacional adecuada y/o áreas exclusivas vinculadas a la materia. La irrupción de las tecnologías digitales en la última década ha contribuido a una urgencia generalizada, interpelando a las organizaciones a aprovecharlas oportunamente. Pero en esta discusión persiste un uso libre de conceptos muy diferentes, cada uno con importantes implicancias para la estrategia de una organización.
Acá te entregamos los detalles sobre cada uno.
La consultora Gartner define la digitalización como el “uso de tecnologías digitales para cambiar un modelo de negocio y entregar nuevas oportunidades de generación de valor e ingreso. Es el proceso de avanzar hacia un negocio digital”. Como negocio digital se entiende como el resultado de un conjunto de procesos de digitalización, como por ejemplo transitar de cadenas de suministro tradicionales a digitales.
Este proceso depende de la conversión de lo análogo a bits y bytes, destacado en algunas publicaciones como “digitización” (de “digitization” del inglés), permitiendo a una organización generar y capitalizar en datos. Este concepto se vincula frecuentemente a la optimización de recursos análogos (como el papel) y procesos internos (por flujos automatizados).
Se destaca una importante diferencia entre la digitización y la digitalización: la primera alude netamente a un cambio de un formato, mientras que la segunda corresponde a profundos cambios estructurales en el modelo de negocio de una organización. En este sentido, mientras que la digitización se centra en cambiar sistemas de registro e interacción con el cliente, la digitalización se enfoca en la implementación de sistemas y procesos que generan insumos para una mejor toma de decisiones basada en datos.
Comprendiendo entonces el concepto de digitalización, es importante desglosar adecuadamente la transformación digital. Esta es, según el MIT Sloan Management Review, “sólo en parte sobre tecnología. La transformación digital es también -y quizás de manera más importante- sobre usar la nueva tecnología para habilitar estrategia de negocio nuevas y más efectivas”. La publicación enfatiza que los gerentes que no están directamente involucrados en áreas tecnológicas frecuente y erradamente asumen que no son gerentes “digitales”. La transformación digital debe comprenderse como un factor que impregna todo el quehacer de una organización.
Es por esta razón que la transformación digital requiere de una adopción mucho más amplia de la tecnología. Como destacó en una reseña Francisco Pizarro, Subdirector de I+D con la Industria del Centro de Innovación UC, la transformación digital es, casi irónicamente, más sobre personas que sobre tecnologías: “La transformación digital efectiva implica cambios en la dinámica organizacional y en cómo se realiza el trabajo. Así, la mejor estrategia para la transformación es cambiar la cultura de la organización para que ésta sea más ágil, tolerante al riesgo y experimental”, destacó.
Por lo tanto, el concepto de transformación digital engloba cambios organizacionales que consideren las dimensiones del cliente, de los equipos que implementan y gestionan los nuevos procesos, como también del liderazgo que los provoca y guía. Las tecnologías, de esta manera, son extensiones de la cultura corporativa, que sirven para empoderar a los miembros de la organización.
La transformación digital corresponde a un cambio acelerado y exponencial, que demanda una apuesta importante respecto a la estrategia y modelo de negocio de una empresa. Según el estudio de “Transformación digital en empresas chilenas”, aproximadamente 1 de cada 3 empresas líderes en su sector pueden ver amenazado su liderazgo producto de no apropiarse de la transformación digital. En materia de liderazgo, la mayoría de las empresas declara no tener un ejecutivo senior para temas relacionados con la transformación digital.
Por esta razón, apropiarse de ella no debe reducirse al desarrollo de capacidades digitales o instrumentos basados en ciencia de datos -que ciertamente constituyen un elemento relevante- sino que dependen de un cambio organizacional y cultural.