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Experto en gerontología educacional invita a repensar el envejecimiento de la población

29 de octubre de 2018


El especialista en adultos mayores, Juan Lirio, abordó la temática desde la educación. Un 11,09% de la población chilena tiene más de 65 años, cantidad que, 30 años atrás, superaba por poco la mitad con 6%. En el marco del encuentro Innovación 2050: megatendencias sociales y tecnológicas, diversos expositores reflexionaron sobre los efectos de esta […]

El especialista en adultos mayores, Juan Lirio, abordó la temática desde la educación.

Un 11,09% de la población chilena tiene más de 65 años, cantidad que, 30 años atrás, superaba por poco la mitad con 6%. En el marco del encuentro Innovación 2050: megatendencias sociales y tecnológicas, diversos expositores reflexionaron sobre los efectos de esta transformación demográfica y el escenario que depara el mundo para los próximos 30 años.

Según Juan Lirio, especialista en educación de adultos mayores de la Universidad de Castilla-La Mancha (España), quien durante la jornada presentó las “Claves para diseñar escenarios educativos para adultos mayores”, la relevancia del envejecimiento de la población es tan evidente como es compartido: tanto por toda persona en una sociedad definida como también en todo el mundo.

 

Gerontología: un desafío en gran parte ignorado

Según Lirio, al año 2050, las poblaciones de adultos mayores en países europeos superará el 30%, proporción que aplicará igualmente a Chile. No obstante, el envejecimiento de la población, como un desafío país, no es discutido al mismo nivel de otros asuntos.

Esto se debe a que de las dos maneras en las que se entiende el envejecimiento –como déficit y como desarrollo- prima frecuentemente la primera; es decir, entender el envejecer únicamente como degradación o deterioro. Entendiendo que las personas pueden seguir desarrollándose significa que, para acomodar esta creciente población, se necesita un paradigma nuevo.

Por esta razón, explicó Lirio, la Gerontología Educativa –campo de estudio y de práctica centrada en la educación de personas mayores- no se limita a trabajar con personas de la tercera edad, sino que trabaja principalmente con el sector público y la población no-mayor de edad, para ayudarle a aceptar que está envejeciendo. De lo contrario, seguiremos “viendo al adulto mayor como un ‘otro’”, advirtió el gerontólogo.

Por esta razón, argumentó Lirio, el desafío del envejecimiento de la población no sólo recae en los servicios públicos y en su capacidad de refinar cobertura, sino también en la sociedad como un todo. “Es curioso, pero uno nunca se piensa ‘viejo’. Y es por eso que tenemos que ofrecer modelos alternativos de vejez. La sociedad tiene que ver que, mientras una persona sea saludable, debiéramos permitirle hacer cosas”, enfatizó.

La educación de adultos mayores hace un encuentro entre la educación tradicional y la gerontología educativa, un campo de estudio y de práctica que se interesa por la educación de las personas mayores. Esta disciplina no se limita a trabajar con adultos mayores, sino con la sociedad como un todo: ayudándole a aceptar que están envejeciendo, dejar de ver el adulto mayor como “un otro”, ya que también se volverá más viejo. “Una persona adulta mayor que no acepta su propia vejez es bloqueada por su propio prejuicio”, acuñó.

Repensar el educador

Según el experto, encuestas han demostrado que los adultos mayores no sólo quieren continuar desarrollándose por aprender o contribuir a la sociedad, sino porque también porque les permite retener un espacio o rol en la sociedad. El integrar este segmento de la población por medio de formación especializada equivale a “una nueva razón para vivir”.

No obstante, “como sienten la necesidad de aprovechar al máximo su tiempo”, personas de la tercera edad hacen mejor uso de una educación funcionales y aplicables a su vida diaria, con formatos dialógicos que les permitan compartir su propio conocimiento.

Lirio concluyó que, hacia el 2050, será oportuno dejar de pensar en sólo una vejez, sino entenderlas como “vejeces”. Debido a las diferencias en experiencias vitales, trabajos, las etapas de vida, salud biológica y psicológica, resulta no sólo discriminatorio generalizar, sino también poco efectivo para integrar dicha población.

“Es necesario repensar al educador. Junto a la educación sexual se está comenzando a impartir educación gerontológica en algunas partes del mundo, la cual enseña a ver y comprender a las personas envejecer. Una vez que esto se vaya asimilando, con los cambios que implica, lo veremos como una etapa más de la vida. En eso radica el desafío”, concluyó.