14 de julio de 2020
Columna de Alfonso Gómez, Consejero del Centro de Innovación UC. La publicación original fue realizada el 14 de julio en El Mercurio.
No hay dos opiniones: La vuelta a la “normalidad” no consistirá en recuperar los mismos equilibrios que el Covid-19 destruyó. La pandemia será un acelerador de cambios que se venían incubando y que ya amenazaban a los modelos imperantes de progreso y bienestar. Pese a la profundidad de la crisis, el desarrollo de la ciencia y la tecnología seguirá con fuerza renovada, haciendo más real que nunca para las empresas la disyuntiva “innovar o morir”. Sólo que, a los ya desafiantes objetivos de mercado, habrá que superponer otros de naturaleza ética y de sostenibilidad que, en su conjunto, harán del “innovar-bien” un acto aún más complejo, impredecible y riesgoso. En el nuevo escenario será imperativo innovar la innovación, tarea fácil de intuir, pero difícil de especificar en detalle; un desafío que requiere por lo pronto, revisar críticamente el rol de quienes lideran la gestión de la innovación en una organización.
Todo ser humano es, en algún grado y por naturaleza, innovador; condición que explica en buena medida, que seamos la especie dominante en el planeta. Ejercer la creatividad es una fuente básica de bienestar y dignidad personal. Por ello es altamente deseable que las organizaciones abran la oportunidad de innovar a todos sus miembros, evitando confinarla a los laboratorios y a los equipos altamente especializados. Incluso las formas más frugales de innovación pueden ser un aporte muy relevante, tanto para los resultados de una empresa como para el clima y la cultura interna. Por cierto, ello requiere asegurar que todos los colaboradores de una organización, cuenten con los canales y los incentivos adecuados para expresar su aporte creativo.
En otro frente, es necesario revisar profundamente el rol del innovador profesional. Cambiaron hábitos de consumo, actitudes, estilos de vida; la pandemia no dejó a nadie tal cual era antes de su estallido. Desarrollar propuestas de valor renovadas, relevantes y responsables es un proceso que exige hoy observar con nuevos ojos lo que pasa allá afuera, pero aún con más agudeza procesar lo que sucede dentro de cada uno de nosotros. Solo así sabremos escuchar desajustes y voces débiles que nos avergüenza y nos duele no haber oído antes. Innovar la innovación implica entrar en una nueva fase donde la creatividad fruto del análisis y la razón, se complementa con la creatividad proveniente desde el corazón lo cual, dicho sea de paso, es una razón más para promover una mayor presencia de la mujer en los equipos de innovación.