27 de febrero de 2019
Columna de Alfonso Gómez, Consejero del Centro de Innovación UC. La publicación original fue realizada el miércoles 27 de febrero de 2019 en Economía y Negocios, El Mercurio.
“Dar hasta que duela” es la frase que mejor sintetiza el compromiso del Padre Hurtado en su lucha por remecer a nuestra sociedad y embarcarla en un esfuerzo a gran escala para erradicar el dolor que genera la miseria. La innovación no es fruto de actos de caridad, pero la paráfrasis del título de esta columna busca evocar al alto grado de compromiso que nuestra sociedad requiere de sus líderes, para colocar al acto de creación de valor que llamamos innovación, en el centro de nuestras conversaciones y nuestro quehacer. Vivimos en una era marcada por una explosión del conocimiento que se acelera y profundiza, con todas las consecuencias -positivas y negativas- que ello conlleva y que están cambiando profundamente nuestra convivencia, los estilos de vida y nuestra relación con el planeta.
El ideal de hacer de Chile un país integralmente desarrollado requiere un cambio profundo en el esfuerzo del que hemos sido capaces hasta ahora, para aplicar creatividad, desarrollar conocimiento y construir redes comerciales y productivas que nos conecten, entre nosotros y con el mundo. Esta es una tarea que incluye, pero trasciende con creces, al dominio de la ciencia y la tecnología. Estamos hablando de un cambio cultural que requiere un esfuerzo transversal en nuestra sociedad, al que es preciso convocar al poder político, el sector público, a empresarios y emprendedores, a universidades y centros de formación técnica. En línea con la cultura del encuentro que promueve la iniciativa 3xi, necesitamos ser capaces de inspirarnos, incluirnos e innovarnos mutuamente, para acometer con éxito las oportunidades y desafíos que nos plantea la Cuarta Revolución Industrial.
De cara al futuro, la única economía sustentable en términos sociales, medioambientales y propiamente económicos, es una de naturaleza colaborativa. Es sólo en forma concertada que podremos generar la coordinación y las capacidades necesarias para hacer de la innovación parte integral del alma y la identidad de Chile. Más allá de nuestras diferencias y limitaciones, necesitamos invertir y tomar riesgos en todos los ámbitos de nuestro quehacer, en un grado significativamente superior al logrado a lo largo de nuestra historia. Necesitamos innovar ya, con sentido de urgencia y hasta que nos duela. El riesgo y el dolor de no hacerlo sería muy superior, para nosotros y para las generaciones que nos sucederán.
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