5 de marzo de 2020
El lápiz, desarrollado en Chile, se conecta mediante cable USB a un computador o celular. El usuario escribe en braille sobre una hoja y cada relieve, el aparato lo asimila a través de un pitido que emite. Los caracteres escritos se almacenan en el computador o móvil y luego se traducen a texto estándar.
Desde nuestra infancia el lápiz ha sido una herramienta ubicua. Los primeros trazos desgarbados de la niñez, el salto a la caligrafía, la toma de apuntes en clases o simplemente anotar el número de algún conocido; en todos esos procesos el utensilio es protagonista. Sin embargo, la aparente omnipresencia del lápiz se esfuma en la vida de una persona ciega.
Para la redacción de textos, las personas invidentes se valen de aparatos generalmente costosos y pesados, como Linea Braille, que bordea los dos millones de pesos, o la máquina Perkins, cuyo valor fluctúa entre los 500 mil a un millón de pesos. La regleta braille es otra opción, más accesible, pero muy aparatosa también. El lápiz Noteikin, un innovador proyecto desarrollado en Chile, viene a paliar este problema.
El dispositivo, que tuvo su lanzamiento comercial el 4 de enero, funciona simulando los relieves táctiles del braille convencional. Primero el lápiz se conecta mediante cable USB a un computador o celular. Entonces, el usuario escribe en braille sobre una hoja y cada relieve (recordemos que el braille consiste en un casillero de seis puntos) el aparato lo asimila a través de un pitido que emite.
“Los caracteres resultantes son transferidos a computadores o celulares en tiempo real, y pueden ser escuchados y leídos sin problemas por una persona común que no maneja braille”, señala a El Mostrador la co-creadora del lápiz, Paulina Molina. En definitiva, Noteikin traduce el braile a texto estándar.
La creación del instrumento inició en el 2016 con prototipos funcionales que fueron depurándose hasta el 2019. El proyecto fue desarrollado gracias a fondos públicos y privados.
“Actualmente contamos con dos personas ciegas en nuestro equipo, que colaboran en procesos de diseño y promoción”, indica Molina.
Paulina también manifiesta que esperan la implementación del lápiz en recintos educacionales. “Una de las cosas que nosotros buscamos es una inclusión real desde la alfabetización, no sólo de niños y jóvenes, sino que también de adultos que muchas veces tienen que convivir con la ceguera como resultado de otras patologías de salud, que mundialmente van en aumento como la diabetes”.
Igualmente, ya tienen proyectado hacer talleres en varias regiones de Chile para que los usuarios conozcan de forma directa el funcionamiento del dispositivo.
Noteikin ha sido acreedor de varios reconocimientos, como el Premio Nacional de Innovación Avonni en Diseño el 2016 e Ideatón de Teletón 2016, además de concursos, asesorías y financiamiento, tales como Brain Chile; Colab Alto Impacto UC; Start-Up Chile; Corfo y primer lugar Inclusión Challenge de Expo Inclusión 2019.
Para más información, puedes visitar el sitio web de Noteikin.
*La nota original fue publicada el 22 de enero en El Mostrador, revísala aquí