17 de mayo de 2017
«La predisposicón lúdica y la creatividad son aspectos indisolubles para la innovación», recalcó la Dra. Isabel Behncke, miembra del grupo de investigación de Neurociencia Social y Evolucionaria de la Universidad de Oxford. Con esta frase la científica se refería a algunos de los descubrimientos de su estudio sobre la conducta social de primates y su aplicación en la vida del humano, basados en el estudio de comunidades de bonobos para responder dos desafiantes preguntas: «¿Quiénes somos y de dónde venimos?»
Su investigación fue presentada ante más de 300 personas que participaron de las primeras Jornadas de Ciencia e Innovación para Jóvenes Científicos, iniciativa liderada por la agrupación Jóvenes por la Ciencia, con el apoyo del Centro de Innovación UC y la Escuela de Medicina de la Universidad Católica (leer más sobre el encuentro).
Para comprender la evolución de la especie humana, indicó Isabel Behncke al iniciar su ponencia, es necesario analizar la manera en la que se ha estudiado al hombre históricamente. Cuando originalmente el hombre se estudiaba como «el hombre cazador», la ciencia ha dado paso a explorar «el hombre cazado». Este cambio de paradigma realzó las capacidades de cooperación del humano y su naturaleza intrínsecamente social.
En la naturaleza, tanto los primates como elefantes, delfines y ballenas, no sólo figuran entre las especies más inteligentes y longevas, con mayor complejidad social, emocional y cognitiva, sino que además son lúdicas. Esta relación es compartida por el humano, aunque dichas especies salvajes se diferencian por continuar jugando en su adultez.
«El juego siempre se ha pensado como una especie de andamio conductual, con el cual se construye el organismo adulto. Pero al analizar estas especies, nos damos cuenta que con ellas el juego continúa incluso durante la madurez», señaló la experta, explicando que los animales lúdicos hacen uso de denominadas «tecnologías sociales» para fortalececer la creatividad, un componente esencial para su desarrollo y sobrevivencia.
Para comprender las dinámicas sociales de los primates, la Dra. Isabel Behncke estudió una comunidad salvaje de bonobos durante 3 años. Esta especie oriunda del sur del Congo, compartió un ancestro común con el humano hace 7 millones de años y, comparado a «sus primos»: el chimpancé y el hombre; ha resuelto cómo vivir sin temer violencia letal en sociedad.
Basándose en el registro de más de 80 mil hitos de comportamiento diferentes en esta comunidad de monos, la científica destacó las instancias de interacción entre estos a través del acicalamiento, sexo y el juego como las principales «tecnologías sociales» de esta familia de primates. En el caso de la última, los bonobos no sólo juegan por mucho tiempo durante el día, sino que también lo hacen con la mayor diversidad de compañeros posibles.
«Instancias de interacción social diversa facultan una mayor plasticididad cognitiva, la capacidad de adaptación y de resiliencia a largo plazo para el individuo. El juego en particular es un espacio de baja agresión y miedo a la incertidumbre, a tal punto que incluso la buscamos», explicó Behncke. Este estado mental positivo del juego incide en la capacidad de innovar de los animales, y explica porqué metodologías como el Brainstorming son tan eficientes para generar ideas.
En así que refiriéndose a las empresas, la primatóloga señaló que además de promover espacios de confianza al interior de equipos y entre ellos, estas deberían invertir en establecer mecanismos de vinculación entre sus unidades. «La heterogeneidad entre comunidades, dada por distintas capacidades y estilos cognitivos, es el primer paso para promover la innovación en sistemas naturales», señaló, indicando que los humanos también comparten esta condición.
«La diversidad trae creatividad, y la creatividad es la madre de la innovación», manifestó la experta.