15 de mayo de 2017
En Chile hay cerca de 70 mil hectáreas utilizadas en la produccion de hortalizas frescas. De esta superficie, un 32% es cultivado en la Región Metropolitana, producción importante utilizada principalmente para consumo nacional. El obstaculizado desarrollo de la horticultura nacional fue el foco del encuentro “Eficiencia en el uso y calidad del agua de riego para una industria de hortalizas sustentable e inocua”, que reunió a investigadores la Universidad Católica en el Centro de Innovación UC para desglosar las amenazas agroclimáticas del sector.
La falta de agua para riego es la principal de estas. 18 comunas rurales de la Región Metropolitana fueron declaradas simultáneamente en emergencias agrícola en 2015, por el déficit hídrico que se remonta desde los últimos 5 años. Este problema se acentúa por los métodos de riego ineficientes utilizados por un 80% de los horticultores de Chile, principalmente el método tradicional de surco, que registra pérdidas de agua de hasta un 60%. La falta del recurso hídrico ha resultado en una producción deficiente, yendo de la mano con en Chile se consumen entre 60 y 70kg de hortalizas por persona al año, lo cual equivale al 68% del recomendado por la OMS.
Para hacer frente a esta situación, Pilar Gil, investigadora de la Facultad de Agronomía e Ingeniería UC, lidera un proyecto de investigación y desarrollo para mejorar la eficiencia de uso e inocuidad del recurso hídrico en la Región Metropolitana. Este proyecto, ejecutado en colaboración con el Gobierno Regional de Santiago, testea e implementa nuevas tecnologías de riego por aspersión junto a pequeños y medianos agricultores de la Región.
«Las condiciones agroclimáticas vuelven la horticultura en la Región Metropolitana aun más sensible a la escasez hídrica. Esto nos obliga a desarrollar y utilizar las herramientas más eficientes ante el cambio climático, las cuales en este caso corresponden a tecnologías localizadas», explicó. Las metodologías de riego considerados por el proyecto consisten en sistemas de entrega del agua de manera subterránea, que dispensan agua en limitadas cantidades en áreas selectas de las raíces.
Mejorar los sistemas de riego igualmente mejora la absorción de nutrientes para las plantas, lo cual resulta en una hortaliza de mayor calidad. Cifras presentadas por el equipo de investigación de la Dra. Gil registran un menor uso de los fertilizantes más frecuentemente utilizados de hasta 80%. De acuerdo a estas cifras, mayor disponibilidad de producto contribuiría a la calidad de la alimentación del país con alimentos menos intervenidos por químicos.
Otro obstáculo para la horticultura nacional es la comercialización de sus productos, debido a que, según la investigadora, las exigencias de calidad para ser certificadas en Chile son menos exigentes que en el extranjero. En pozos de agua de riego aumentan las probabilidades que permeen agentes patógenos como el vibrio chlorene (cólera) y la salmonela. «Hoy, consumidores de hortalizas frescas no tienen cómo saber el origen o la seguridad alimentaria de los productos de origen local. La calidad de inocuidad de nuestras hortalizas es atrasada en comparación a otros países de la OCDE. Implementar mejoras en la infraestructura de nuestra industria es una responsabilidad nacional», recalcó.
Revisa los mejores momentos de la jornada aquí: