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¿Quién podrá ayudarnos?

2 de julio de 2024


Columna de Ramón Molina, Director Ejecutivo del Centro de Innovación UC Anacleto Angelini. La publicación original fue realizada el 02 de julio de 2024 en la revista Forbes. El ecosistema de emprendimiento chileno tuvo sus primeras iniciativas importantes a principios de la década del 2000. Con el surgimiento de las incubadoras, las redes de inversionistas […]

Columna de Ramón Molina, Director Ejecutivo del Centro de Innovación UC Anacleto Angelini. La publicación original fue realizada el 02 de julio de 2024 en la revista Forbes.

El ecosistema de emprendimiento chileno tuvo sus primeras iniciativas importantes a principios de la década del 2000. Con el surgimiento de las incubadoras, las redes de inversionistas ángeles, el desarrollo de la industria de venture capital y los programas de formación para emprendedores, entre otras iniciativas, casi todas ellas apoyadas por Corfo, dieron un primer gran impulso. Luego vino Start Up Chile y la democratización del ser emprendedor.

Sin embargo, el emprendimiento se entendía como una oportunidad, unos recursos y un equipo que hacía maravillas por sobrevivir, lograr sortear el valle de la muerte y no pasar a formar parte de la estadística de 9 fracasos sobre 10 oportunidades. En estos más de 20 años de desarrollo, se ha construido un ecosistema de innovación y emprendimiento, agregándole más complejidad al sistema, pero en una búsqueda de mejorar las oportunidades de sobrevivir creando un nuevo valor.

Hoy existen varios ingredientes que empujan un sector emprendedor dinámico, tales como las múltiples alternativas de financiamiento local e internacional, donde los roles de cada etapa están cada vez más claros y definidos. Por otro lado, los emprendimientos son de carácter internacional y su mercado apunta a algún segmento a nivel global, es por esto que surgen unicornios de tamaño considerable, desde un país de tan solo casi 20 millones de habitantes. Y, por último, el mundo B2B alcanza una fuerza inusitada, lo que se debe en parte a que las grandes empresas se dieron cuenta de que su proyección de futuro es provista por emprendimientos más flexibles, más rápidos y con una lectura del mercado más ajustada.

Emprender es desafiar lineamientos preestablecidos, a la vida, al sistema, al esquema armado de estructuras globales y sociales que nos dicen qué es lo que se puede y lo que no se debe hacer, por lo que requiere una gran capacidad creativa y un tremendo sentido de convicción. Es por eso que la innovación y el emprendimiento van de la mano y movilizan el mundo a ser un mejor lugar para todos. De eso tenemos pruebas en nuestra cotidianidad.

Este año, en el décimo aniversario del Centro de Innovación UC Anacleto Angelini, podemos asegurar que hemos sido testigos de los tremendos avances; sin embargo, aún queda mucho camino por recorrer, y mejorar el ecosistema de innovación y emprendimiento es una tarea de todos. Son múltiples nodos, dimensiones y variables con la responsabilidad de lograr aumentar la innovación y por fin estar, al menos, sobre el 1% de inversión como porcentaje del PIB.

Hacer crecer los emprendimientos, potenciar las habilidades de quienes tienen una idea para cambiar el mundo y otorgarles lugares seguros para ensayo y error, es un llamado a todos nosotros, porque es mayor la fuerza a nivel país cuando todos podemos participar.

Ante la incertidumbre sobre quién podrá asistirnos, la respuesta está en los mismos emprendimientos y startups, con vasta seguridad de que ellos nos pueden auxiliar. Pero somos nosotros quienes tenemos la obligación de ayudarlos primero, para que así ellos sean los que nos ayuden.

Revisa la versión impresa de la columna en la Revista Forbes acá