5 de marzo de 2021
Sebastián Soto es Doctor en Derecho de la Universidad de Chile y Máster en Derecho de la Universidad de Columbia (EEUU). Hoy se desempeña como Director del Departamento de Derecho Público de la Universidad Católica de Chile. Su nuevo libro aborda los principales debates que estarán presentes en la discusión pública durante el funcionamiento de la Convención Constitucional.
Yo creo que el debate constitucional que viene estará definido por tres elementos importantes: En primer lugar, habrá una intensa discusión sobre la distribución del poder, tanto a nivel del régimen de gobierno, es decir, cómo se distribuyen las facultades del Presidente y del Congreso; como también en la distribución del poder territorial, esto es, la relación que tendrá la capital con las regiones del país.
En segundo lugar, habrá un importante debate sobre el catálogo de derechos que queremos consagrar en la constitución. La historia latinoamericana, en gran medida, da cuenta de catálogos aspiracionales, algo que puede ser complejo pues aumentan el conflicto de derechos. Tendremos que tener muy presente que una eventual inflación de derechos conlleva su desvalorización.
Y en tercer lugar, también habrá un debate sobre el rol del Estado y cómo éste se vincula con una sociedad civil suficientemente fortalecida para alcanzar sus propios fines y contribuir con el bien común. También el proceso estará marcado por la relación Estado-persona, cómo éste protege espacios de autonomía para las personas sin ahogar la libertad ni las diversas iniciativas.
Se dice que las constituciones siempre se escriben en momentos de crisis que lamentablemente no son los más propicios para la deliberación. Teniendo en cuenta la historia de Chile y del mundo, deberíamos prestar especial atención a la creación de espacios de deliberación pacífica, en los cuales se pueda, primero que nada, escuchar al otro. Un proceso de esta envergadura también requiere de humildad y temple para llegar a acuerdos.
El ambiente que logren crear los futuros convencionales idealmente debe ser uno de apertura y civilidad, para transmitir al país que se puede convivir y discrepar en paz. No olvidemos que históricamente estos son momentos de polarización y efervescencia, por lo que el riesgo que no se construya un camino común y, en cambio, que nuestra sociedad se divida aun más, es muy real.
La innovación en el proceso constituyente tiene un gran rol que jugar para abrir canales de participación que permitan comprender lo que está ocurriendo. Es relevante considerar que la participación no necesariamente significa transmitir una opinión, sino también ser capaz de comprender las implicancias del proceso y el alcance de lo que una constitución significa para un país.
Finalmente, es importante tener en mente que no le podemos pedir a la constitución más de lo que esta puede dar. La constitución es una norma jurídica, un pacto político que busca establecer los acuerdos fundamentales como país. Estos serán luego especificados en políticas publicas y leyes, que cambian con el paso del tiempo. Todos entonces tendremos que matizar nuestras expectativas, ya que no todas nuestras aspiraciones estarán reflejadas en la constitución. Por esta razón, me parece que el proceso constituyente no puede buscar solo satisfacer intereses, sino más bien de construir las bases de nuestra convivencia.
Sebastián Soto indagó en este y otros temas en su libro “La hora de la Re-constitución: Una guía para la convención”, que aborda los principales debates que estarán presentes en la discusión pública durante el funcionamiento de la Convención Constitucional. Publicado en enero, este libro examina los desafíos relacionados con el Tribunal Constitucional, los derechos sociales, el Banco Central, entre varios otros.
“La hora e la Re-constitución: Una guía para la convención” está disponible en formato físico y digital en Ediciones UC y en Kindle.